
En REmedio – Cultura Independiente le preguntamos a Carolina Rojas, directora del Festival Altavoz 2025, sobre esta edición número 22, la manera en que se afronta Colombia y los retos del país en la cultura, así como indagamos también sobre la mujer detrás de este significativo evento de música.
El Festival y la Visión
- ¿Qué huella personal quieres dejar en Altavoz tras tu primer año en la dirección?
Altavoz es un festival organizado por la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín, desde la institución buscamos dejar huella en los músicos de la ciudad que sueñan con llevar su música a otras latitudes, que recuerden un Altavoz expandido, que genera oportunidades y conecta la música con el mundo. - ¿En qué se diferencia tu visión de la de los directores anteriores? “Altavoz no es solo un evento: es un proceso que respira junto con la ciudad.”
Todos los directores han implementado diferentes estrategias acompañadas de las metas establecidas en los planes de desarrollo. Desde el 2024 la visión de Altavoz parte de entenderlo como un laboratorio permanente, que fortalece el ecosistema musical y la conexión con Medellín, Colombia y el mundo. - ¿Cómo se define la programación de 2025 entre lo local, lo nacional y lo internacional?
La programación es una experiencia, un diálogo: Medellín como corazón, Colombia como contexto y el mundo como escenario. Cada nivel aporta diversidad y proyección. - ¿Qué criterios usas para equilibrar bandas consolidadas y propuestas emergentes o híbridas?
Valoramos inclusión, calidad artística, propuesta en vivo y conexión con los públicos. Así equilibramos trayectorias consolidadas con nuevas apuestas que merecen ser escuchadas. - ¿Qué metas concretas te has trazado para la participación femenina en Altavoz?
Nuestra meta es que cada vez más mujeres estén en la programación artística del festival, pero también en todos los roles que hacen posible el proceso del festival, formadoras, productoras, ingenieras, sonidistas, logísticas. Las mujeres están presentes en Altavoz, no como cuota sino como reflejo real de la escena. - Más allá de la cuota, ¿qué acciones garantizan que esas artistas tengan continuidad en sus carreras después del festival?
La Secretaría de Cultura Ciudadana cuenta con diferentes programas que promueven el desarrollo de los proyectos musicales, la sostenibilidad y la circulación, todas las bandas cuentan con acceso a estos programas, además de los que tiene actualmente Medellín con otras entidades públicas y privadas, que otorgan un abanico amplio de oportunidades. - ¿Cómo se articula la línea “Altavoz Ciudad” para que el festival no sea solo tres días en un parque, sino un proceso vivo durante el año?
Altavoz es un proceso vivo todo el año, desde la fase 1 hasta la 4, las agrupaciones empiezan aplicando a la convocatoria, luego pasan a la fase de audiciones, allí se seleccionan 70 que pasan a Conciertos Ciudad Altavoz, y de ahí pasan 28 al festival Internacional, transversal a todo el proceso que busca la circulación de las bandas, contamos con el proceso de formación Amplifica que se desarrolla en 3 etapas del año. - ¿Qué indicadores concretos tienen para evaluar si el festival realmente transforma la escena local?
Transformar la escena local requiere de la intervención y el compromiso de muchos actores de la cadena de valor de la música. El programa Altavoz promueve la creación y la circulación de las agrupaciones locales en unos escenarios específicos. - ¿Qué salvaguardas propones para que Altavoz no pierda su espíritu alternativo?
Altavoz es un programa que se ha mantenido en el tiempo gracias al acuerdo municipal 16 de 2014 y el decreto 1929 de 2019. De igual forma cuidar la curaduría, garantizar procesos de selección transparentes y mantener la diversidad de géneros son claves para que Altavoz conserve su espíritu alternativo. - Si tuvieras que resumir en una frase tu mensaje para las bandas jóvenes de Medellín que aún no confían en los circuitos locales, ¿cuál sería?
Desarrollar la escena local y construir una comunidad cercana es clave para el posicionamiento de los proyectos musicales, hay que confiar y buscar todos los lugares posibles para mostrar su música.



Colombia y los retos de un país
- ¿Cómo crees que Altavoz aporta a la construcción de una narrativa cultural colombiana distinta a la que exportan los géneros comerciales?
Altavoz muestra que la identidad cultural colombiana es mucho más amplia que lo comercial: somos rock, punk, reggae, metal, ska, sonidos alternativos. Contar con este programa de ciudad permite la formación de públicos y el fomento a nuevas propuestas musicales de la escena alternativa. - En un país marcado por desigualdades, ¿cómo logra el festival ser un espacio de inclusión y representación de voces que rara vez aparecen en la radio nacional?
“La música también es un acto político: no por el discurso, sino por la posibilidad de encontrarnos en la diferencia.”
Con convocatorias abiertas, criterios de inclusión y escenarios gratuitos, damos espacio a voces y géneros que rara vez llegan a los grandes medios. - ¿Qué mecanismos existen para que emprendimientos culturales y musicales encuentren en Altavoz un lugar de circulación y sostenibilidad?
La Feria Altavoz conecta emprendimientos con programadores, gestores y públicos que pueden abrirles nuevas rutas de circulación y negocio. Cuentan con la oportunidad de inscribirse y participar de este espacio. - ¿Se están diseñando estrategias para que las marcas y emprendimientos que participan puedan crecer más allá de los días del festival?
Se conectan con la Secretaría de Desarrollo quienes cuentan con programas especiales para este propósito. - ¿Qué papel juegan los medios independientes en el ecosistema de Altavoz y cómo se les facilita acceso y visibilidad?
Juegan un papel muy importante, son aliados naturales y han estado muy presentes en todas las fases del programa, generamos intercambios, facilitamos acreditaciones, espacios de visibilidad y encuentros para que cuenten la historia desde adentro. - ¿Han pensado en alianzas específicas con fanzines, podcasts o colectivos digitales para fortalecer la memoria y la narrativa del festival?
Este año contaremos con la grabación en vivo de Voltaverso, podcast de Lelo Arango, quien además incluirá 7 agrupaciones de las locales en su podcast y 3 de las invitadas, para luego publicar una edición especial de Altavoz. - ¿Qué aprendizajes recientes han tenido en temas de seguridad y convivencia para garantizar que Altavoz sea un espacio seguro y libre de violencias?
Tenemos el espacio “Cuidarnos bien” que trabajamos en alianza con la Secretaría de las Mujeres, Secretaría de Juventud y la Gerencia de la diversidad para trabajar por un festival seguro para todos. - ¿Cómo dialogan con el público para que la seguridad no se perciba solo como control policial, sino como un pacto cultural entre asistentes y organización?
Nuestra narrativa en escenarios es muy importante, de igual forma el festival por años ha sido un espacio de convivencia ciudadana donde el motivo principal es el disfrute de la música. - ¿Qué acuerdos existen con el sistema de transporte público para facilitar la movilidad durante los tres días del festival?
Contamos con un acuerdo con el Metro de la ciudad quienes extienden el horario durante algunos días del festival para facilitar la movilidad. - ¿Qué acciones concretas se están implementando para garantizar la accesibilidad de personas con discapacidad o movilidad reducida en escenarios y rutas de acceso?
Contamos con áreas definidas en el festival para asegurar la accesibilidad de todas las personas que quieran disfrutar el festival.

La vértebra emocional
- ¿Hubo un momento en tu vida donde la música te salvó de un abismo personal? ¿Podrías compartirlo?
La música me ha acompañado siempre. Hace unos años tomé una decisión que cambió por completo la vida que tenía. Artistas como Fito Paez, Natalia Lafourcade, Ruben Blades, me salvaron de cada sensación que tuve. Soy muy emocional, vibro alto y bajo, y escucho lo que me haga ser consiente del momento en el que estoy. - Como saxofonista y gestora, ¿qué diferencia encuentras entre “tocar” música y “administrar” música? ¿Dónde se refugia tu alma en esos dos roles? “A veces la música no sana del todo, pero te recuerda que el dolor también puede tener ritmo.”
Tocar es libertad; gestionar es responsabilidad. Mi alma se equilibra cuando logro que otros vivan en vivo esa libertad que yo sentí en el escenario. Pero mi refugio es la gestión, ya no practico música. Quisiera, pero no alcanza el tiempo para todo siempre. - Dirigir un festival público implica estar en el centro de críticas y tensiones. ¿Qué haces con esa vulnerabilidad, cómo la sostienes sin que te arrase?
Me sostengo en el equipo, en la música y en la certeza de que las críticas también hacen crecer el proceso. Soy abierta a los comentarios que buscan construir, positivos y negativos, y no me tomo nada personal. - ¿Qué te ha dolido más en este primer año como directora de Altavoz y qué te ha sostenido para seguir adelante?
Realmente he disfrutado mucho el proceso, el aprendizaje, escuchar, y el conocer a muchos músicos de mi ciudad que no conocía, estoy feliz haciendo lo que hago. - ¿Hay una canción, un artista o un recuerdo musical que todavía te hace llorar, aunque seas ahora la responsable de armar escenarios para miles?
Me emociona la música siempre, a pesar de llevar años detrás de los escenarios y teniendo la oportunidad de conocer artistas muy famosos, me asombro de cada show como si fuera el primero y lo disfruto como fan real. - ¿Qué significa para ti, en lo más íntimo, estar detrás de un festival que otros viven como celebración, pero que para ti implica desvelos, ansiedades y también alegrías?
Desde siempre he disfrutado aportar en la construcción de ideas y experiencias, verlas materializarse y trabajar en equipo por esto, vale todos los esfuerzos. Me hace feliz, me asombro siempre de ver una idea hecha realidad y agradezco por todo lo que nos rodea que lo permite. - Si el arte puede ser medicina, ¿qué heridas tuyas ha ayudado a sanar Altavoz desde que llegaste a dirigirlo?
A creer en mí, confiar en la experiencia adquirida y el camino recorrido. - ¿Hay alguna historia de un músico o una banda que te haya conmovido tanto en este proceso que la guardes como una especie de “receta” personal contra la desesperanza?
Hubo una historia de una agrupación que luego de participar 8 veces en el proceso, o sea 8 años, logró llegar a la última etapa de Altavoz, el festival internacional, la perseverancia y el aprendizaje diario son el remedio contra la desesperanza. - ¿Qué aprendizajes íntimos esperas llevarte de Altavoz, más allá de los indicadores y los balances?
Aprender de todos y con todos, y de todo. Aprender que la música permite unirnos y conectarnos de manera real. - Cuando todo termine, ¿qué te gustaría que la gente recuerde de Carolina Rojas, más allá de la directora: la persona?
Que Carolina trabajó con disciplina, amor y pasión por darle una nueva vida a Altavoz en la que TODXS se sientan escuchados, incluidos, valorados y representados. Y que fue entre todos que logramos poner la música alternativa de la ciudad en los oídos de millones más.


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